Villancicos en pleno verano
Lena había decidido hacerse portera de fútbol.
–El portero es el que manda, Theo. Y es el que le dice a todo el mundo lo que tiene que hacer –dijo.
Pensé que encajaba bien que Lena fuera portera. Es la única chica de nuestro equipo y se pone hecha una furia por todo.
Aunque en verano no hay partidos, Lena y yo jugamos mucho al fútbol, lo malo era que se me había vuelto a perder el balón. Y tuve que preguntarle a mi madre si podían comprarme uno.
–Pues no, Theo. Ya es el segundo balón que pierdes este año.
Entonces miré a mi hermano Magnus, que siempre tiene dinero.
Se va a la ciudad con una guitarra, se pone a tocar y la gente le echa dinero.
Lo miré y tomé una decisión.
–¿Quieres que nos pongamos a cantar en medio de la calle delante de todos? –me preguntó Lena cuando le conté mi plan–. Pues tendremos que tocar algo. ¡Y solo sabemos tocar la flauta!
Ensayamos y ensayamos, pero solo había una canción que nos saliera bien a los dos y era un villancico.
Al día siguiente brillaba el sol. Al principio mi padre no quería que fuéramos solos al centro, pero nos pusimos pesados. Además, Magnus ya estaba allí y sabíamos dónde se ponía a tocar.
Al final mi padre cedió si prometíamos quedarnos con él.
–¿Pero qué hacéis aquí? –nos preguntó Magnus.
–Vamos a ganar dinero para comprarnos un balón –le dije.
Entonces Lena me subió a un banco y tiró mi gorra al suelo.
–Lena, ya no estoy seguro de que quiera hacer esto –susurré.
–¿Quieres un balón o no lo quieres? ¡Toca, zascandil!
Me temblaban las rodillas cuando comenzamos a tocar el villancico. La gente parecía tener mucha prisa y mucho calor, pero de pronto una señora cogió la mano de su marido y dijo:
–¡Mira, Rolf, qué monos son! - y nos echaron veinte coronas en la gorra.
Después se pararon más de diecisiete personas. Cuando acabamos, aplaudieron y gritaron: «¡Más, más!». Había una verdadera muchedumbre.
–Suficiente, ¿no? –dije, y echamos a correr hasta la tienda.
–Faltan cuarenta y dos coronas –nos dijo el vendedor.
–¡Eso lo ganamos en un periquete! –dijo Lena. Y nos colocamos delante de la puerta de la tienda de deportes.
–¡Dejad de hacer ruido! ¡Me estáis espantando a los clientes!
–No podemos dejar de tocar. Nos faltan… –dijo Lena.
–¡Ya está bien de ruidos! ¡Os doy el balón, mocosos!
No me acordé de mi padre hasta que salimos de la tienda. Cuando lo vimos, estaba más o menos tan enfadado como me temía.
–Jamás lo volveremos a hacer –le prometí.
–¡ Jamás lo volveremos a hacer! –dijo–.
Lena y tú nunca hacéis lo mismo dos veces. ¡Siempre se os ocurren nuevas locuras!
Lena lo miró y tiró de su mano.
–¿Pero has visto el balón? –le dijo–. Es de reglamento. Y en ese momento me di cuenta de que mi padre se enorgullecía un poco de nosotros.
Maria Parr, Corazones de gofre. Nórdica Infantil (adaptación)
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RESPONE:
1.- ¿De qué va el texto?
2.- ¿Qué personajes aparecen en el cuento.
3.- ¿Quiénes son los protagonistas? ¿Por qué?
4.- ¿Quién cuenta la historia que has leído?
5.- Localiza un pasaje del texto que apoye tu respuesta.
6.- ¿Qué problema tenía Theo al inicio?
7.- ¿Por qué su madre no lo ayudó?
8.- ¿Qué plan ideó para solucionarlo?
9.- ¿Por qué Theo y Lena decidieron cantar un villancico?
IDENTIFICA las afirmaciones falsas y corrígelas.
Magnus tocaba la flauta en la calle.
El padre no dejó a los niños quedarse solos en el centro.
Lena estaba nerviosa antes de tocar el villancico.
Menos de una docena de personas los aplaudieron.
EXPLICA.
1.- ¿Por qué pensaba Theo que su padre se iba a enfadar al volver a casa?
2.- ¿Cómo se sintió el padre al final?
3.- ¿Por qué crees que se sintió así?
4.- Realiza un resumen del cuento (5 líneas):
PIENSA Y CONTESTA.
1.- ¿Crees que la historia pertenece a un cuento actual o a un cuento antiguo?
2.- ¿Por qué?